La existencia de Manuel Victoriano Quirós del Pino , nacido en Lucena hace ochenta y dos años, no se entendería sin la empresa que fundó su padre en 1951, Luminosos Aras (en origen, Turboneón Sociedad Limitada), ni sin la hermandad de la Paz , de la que es su único hermano de honor y de la que ha sido hermano mayor en dos periodos: entre 1982 y 1986 , y entre 2006 y 2014 . Del mundo de las cofradías sabe un rato -siendo muy joven ostentó el cargo de vicepresidente de la Agrupación de Hermandades -, así como de la dureza la vida y de la capacidad del ser humano para reponerse de los reveses más crueles. -Usted se confiesa un lucentino militante, y de hecho su empresa lleva el nombre de la sierra de la localidad de la Subbética. ¿Qué tenemos que aprender de Lucena? -Mucho… Mire, yo creo que el lucentino tiene ahí como una especie de herencia judía… -Su actual alcalde, Aurelio Fernández, decía justamente eso en estas páginas hace unos meses, y añadía que a las tres culturas milenarias de la localidad se unía una cuarta, la del emprendimiento. -Entiendo… Mire, la familia de mi madre tenía una panadería y la de mi padre una imprenta, y a las dos las he visto trabajando hasta el domingo por la mañana: allí, el único día que se descansaba era el domingo por la tarde, y allí trabajaba todo el mundo. En una panadería esto que digo es más comprensible, pero en una imprenta no tiene ni pies ni cabeza. Pues eso es lo que yo he vivido de chico cuando yo iba a ver a mis abuelos: ese interés por emprender y por trabajar y por hacer grandes negocios, o pequeños negocios,… Eso está ahí metido en Lucena. Por eso Lucena tiene esa capacidad industrial y tiene esa capacidad de negocios. Es que a Lucena da gusto entrar. Y, allí, la inmigración es muy importante para las empresas, porque nos hacen falta trabajadores, sobre todo cualificados. -¿Tiene dificultades por esta cuestión en su firma? -Nosotros tenemos ahora dos contratos muy importantes y tendremos que ampliar personal y no sé cómo nos vamos a arreglar. Porque no hay mano de obra cualificada. Mire: el error más grande que se ha hecho al mundo empresarial ha sido hacerle caso al sindicato y quitar el aprendizaje. Eso fue un error enorme: el sindicato debería saber que lo que estábamos haciendo era enseñarles a los chavales un oficio, y además los estoy quitando de la calle, cosa que no es moco de pavo, y los estoy haciendo hombres. Quienes han entrado en esta empresa siendo unos chavales se han jubilado con nosotros. Tengo mis dudas de la eficacia de las escuelas profesionales, la verdad. -Usted ha tenido responsabilidades de representación empresarial de su sector. ¿Está de acuerdo con el cliché de que los empresarios cordobeses son a veces más rentistas que inversores? -Eso proviene de la agricultura… Porque muchos empresarios de Córdoba provienen de ese mundo, y es cierto que el agricultor es más rentista que inversor: no manipulan la cosechita, y a mí eso me parece un error, porque si yo tengo un producto lo que hay que hacer es tratar de sacarle el máximo partido. En la agricultura se complica uno poco la vida, y yo no sé… Eso será malo para la economía y bueno para el cuerpo… -Estamos en plena Cuaresma. ¿Cómo la vive? ¿Y qué impresión tiene de la deriva de las cofradías en los últimos años? -Yo creo que en las hermandades hay de todo, de todo: hay postureo y hay gente que las vive con un sentimiento profundo de religiosidad y de fe. Para mí, el estar delante de mi imagen supone algo muy importante y muy trascendental. En Córdoba ser cofrade es una cosa muy entretenida, pero en Sevilla tiene que ser muy aburrido. -¿Y eso por qué? -Sí, porque en Sevilla está todo hecho. Aquí, en Córdoba, no: se ha hecho mucho, pero hay mucho por hacer. -¿El qué queda? -Bueno, queda mucho por hacer en patrimonio sobre todo. No hay más que irse a ver las cofradías a la calle y ver las carencias que hay en algunas de ellas. No digo en todas, eso es verdad. Por eso aquí ser cofrade y ser dirigente de la cofradía es una cosa muy entretenida, porque estamos siempre pensando en qué vamos a hacer, qué me falta, qué no falta, qué tal o qué cuál. Eso crea entretenimiento. En la Paz ya hay pocas cosas por hacer, pero algo hay que sí que queda. -¿Usted siente que su vida cofrade le ha satisfecho? -Mire, mi vida está formada por dos cosas. Primero, la familia. Y luego, el trabajo, la cofradía y la música. -Por ese orden, ¿no? -No. Las tres cosas últimas las pone en el orden que usted quiera. Pero la primera es la familia. -Cuando entra en la plaza de Capuchinos y va hacia la iglesia a ver a su Virgen, ¿qué se le pasa por la cabeza? -Que qué se me pasa por la cabeza… Pues que ya me queda menos para verla, porque, claro, la vida se va agotando. Y, bueno, tengo un sentimiento de afecto, un sentimiento de cariño, un sentimiento de todo. A la Virgen la tengo presente en toda mi casa, en mi lugar de trabajo, en el sitio al que voy a veranear… -Usted es un apasionado de la música clásica. ¿Qué le da? -Pues la música me llena el espíritu. Yo creo que no falta nada cuando estoy escuchándola. Es algo inexplicable: es una de esas cosas que no tienen explicación. Y sobre todo si la música es buena. En Córdoba tenemos la suerte de contar con la Orquesta de Córdoba, que sacia nuestro apetito, pero también hay carencias. -Como cuáles. -Aquí tendríamos que tener un auditorio para poder disfrutar mejor de los conciertos, Dios mío de mi vida. Granada tiene un auditorio que es una maravilla; Sevilla tiene el Teatro de la Maestranza, el auditorio del Palacio de Congresos y además el de la Cartuja. En Córdoba tenemos una Orquesta y esa orquesta necesita un espacio para estar, para progresar… No sé lo que va a pasar con eso: a ver si lo hacen. -¿Me dice una pieza musical que le emocione especialmente? -Me gusta mucho Mahler. La Quinta de Mahler me encanta… Pero hay muchas… Me pondría en un compromiso si tuviera que elegir una sola. La Quinta de Chaikovski también es muy bonita… El concierto Emperador de Beethoven… Hay montones… Yo siempre tengo puesta música clásica en mi despacho. Y en casa también: estoy leyendo el ABC y estoy escuchando música de fondo. Es un acompañamiento. -Usted tiene ochenta y dos años. ¿No piensa usted jubilarse? -Pues no. Porque yo tengo la experiencia de mi padre, que se jubiló y cogió la cuesta abajo. Lo que ocurre es que a esta edad ve uno las cosas con cierta tranquilidad. Y también ve uno que ya no es el que era, no solamente en el tema intelectual sino incluso en el tema físico. Por ejemplo: yo no salgo de la ducha con la diligencia que salía cuando tenía cincuenta años; ahora tengo que agarrarme. Hay que tomar ciertas prevenciones. Pero bueno, mientras uno tenga el coco medio qué y la cosa física se mantenga, pues aquí estaré. ¿Qué voy a hacer? ¿Quedarme en mi casa para que mi mujer me mande al Mercadona? [Risas] No, eso no. Y además, una de mis hijas, que trabaja en la empresa, me necesita aquí. Por las noches ella me suele preguntar: ‘Papá, mañana vendrás a trabajar, ¿no?’. Y yo le respondo: ‘Claro, hija, claro que sí’. -Me resulta incómodo pero le quiero preguntar por el episodio trágico de su vida en el que perdió a su primera mujer y a dos hijos en el incendio de Chirinos, a finales de los años ochenta. ¿Cómo se repone uno de un golpe tan duro? -Los malos acontecimientos, afortunadamente, la naturaleza da pie para que se olviden. Es que si uno tuviera presente ese acontecimiento todo el día no podría vivir. Yo no tenía nada más que dos soluciones: o tirarme por el balcón o emprender una nueva vida. Yo estuve casi un año apartado de todo a raíz de aquello. La empresa siguió adelante gracias a los trabajadores, y la verdad es que hay que reconocerles el esfuerzo, porque yo me sentí muy arropado por ellos. Yo estuve un tiempo prácticamente aislado, me volví un poco descreído. Luego empecé a considerar una nueva vida y una nueva situación a partir del casamiento con Rosario, mi mujer desde 1994. Por supuesto que lo pasé malísimamente, y a mí la fe se me hundió totalmente. ‘¿Por qué me ha tenido a mí que pasar esto? ¿Por qué Dios me ha mandado esto?’, me preguntaba. Pero bueno… Salí adelante de nuevo. -La vida siempre da segundas oportunidades, ¿no cree? -Sí, la vida da segundas oportunidades y yo la verdad es que ahora mismo tengo una vida muy feliz. Yo creo que Dios me ha compensado.
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Author : (abc)
Publish date : 2025-03-30 07:14:00
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