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─ Quiero el coche para viajar por la India ─ ¿La India? ─ repite balbuceante el vendedor…, El comprador o al menos el que intenta realizar la compra, es el escritor y periodista Dominique Lapierre (1931-2022). A punto de celebrar su cuarenta cumpleaños, ha entrado en un concesionario de la casa Rolls Royce, en Londres. Se encuentra en la capital del Támesis haciendo entrevistas para su próximo libro, que como los anteriores «¿Arde París?» «O llevaras luto por mi» y «Oh, Jerusalén», va a escribir mano a mano con su amigo Larry Collins (1929-2005). Lapierre acaba de cobrar el adelanto del libro, y con ese dinero piensa realizar uno de sus sueños: adquirir un Rolls, concretamente un precioso Corniche. Pero el vendedor, el «manager export» y el responsable de postventa le indican finalmente que no le pueden vender el automóvil: «no es adecuado para viajar por la India al no disponer allí de red oficial para su mantenimiento…». Tal como narra en su libro «Mil soles» (1996) publicado por Planeta/Seix Barral, tras el enfado y desencanto por su intento fallido de compra, pocas horas después Lapierre cuenta lo sucedido a alguien muy especial con el que se acaba de reunir. ─Está claro que no tienen confianza en los nuevos modelos. Diríjase a «Frank Dale and Stepsons», en Sloane Square, que es el compraventa de Rolls de ocasión más importante actualmente ─le contesta su interlocutor tras escuchar el incidente, y añade ─ debe escoger un Silver Cloud, y con el filtro del aire en baño de aceite, muy necesario para aguantar el polvo de las carreteras y caminos. Quien así aconseja al periodista francés no es otro que Louis Francis Albert Victor Nicholas Mountbatten, el último Virrey de la India. Siguiendo la recomendación de Lord Mountbatten, Lapierre acude a Chelsea. Allí le atiende el propio Frank Dale, que le muestra una colección de Rolls de todas las épocas, incluido un descapotable que perteneció a la estrella de Hollywood de los años treinta Jean Harlow, pintado en el mismo color que sus cabellos rubio platino. Dale, tras escuchar su petición, le enseñanza varios Silver Cloud, pero todos tienen el volante a la derecha y ninguno filtro de aire en baño de aceite: -Debido al clima británico, a nuestros clientes les preocupa más la fiabilidad de los limpiaparabrisas ─ comenta el propietario del establecimiento. Pero Dale es un buen vendedor y asegura que estará atento por si sale un Silver Cloud con las características demandadas. Lapierre vuelve al hotel y, nada más entrar en la habitación, suena el teléfono. Al otro lado del auricular escucha la voz de un Dale entusiasmado: un médico inglés, jubilado y que vive en Francia, les acaba de entregar para vender un Silver Cloud, con volante a la izquierda, filtro de baño en aceite y matrícula francesa. Dominique sale corriendo y cierra la compra por cincuenta mil francos, frente a los más de cuatrocientos mil que le costaba el Corniche. El Silver Cloud será embarcado para la India donde recorrerá todo el país, mientras Lapierre y Collins hacen entrevistas y recopilan todo tipo de material para su libro. Y también atravesará la frontera de Pakistán, Afganistán e Irán. Cuando retorna Francia, habrá recorrido más de diez mil kilómetros, sin un solo problema. Tan solo un, prácticamente inaudible, sonido de los pistones picando, posiblemente por la mala calidad de la gasolina, que le hará ser revisado en el «British Garage» de Nueva Delhi, un taller dirigido por un indio, coronel retirado del ejército colonial. Contaba Lapierre que, tras una semana separado de su amado Rolls, acude al garaje para recogerlo. Sube al automóvil, , gira la llave de contacto y, espantado, no escucha nada. En realidad, el coche está arrancado pero la suavidad del motor es tal que no se oye desde dentro…. El jefe de mecánicos, un sikh de rojo turbante y espectacular barba gris, asistido por un joven mecánico de casta inferior que le lleva las herramientas en una bandeja, ha realizado un trabajo perfecto, a la altura del Silver Cloud. Si, a la altura de un Silver Cloud, Nube de Plata, un extraordinario automóvil nacido en 1955. Pero vamos al principio de la historia. En 1945, la II Guerra Mundial ha terminado. Nace un nuevo tiempo, empiezan los cambios en todos los sectores, también en el automóvil. El Departamento de Diseño de Rolls-Royce, dirigido por Ivan Evernden, había contratado al experimentado diseñador John Blatchley en 1940. Blatchley se unió originalmente a Rolls-Royce procedente del renombrado carrocero londinense Gurney Nutting. Imposibilitado para luchar en la Segunda Guerra Mundial debido a un soplo cardíaco, trabajó en la sede de Aero Design en Hucknall, Nottinghamshire, donde fue responsable del carenado de los motores Merlin utilizados en los aviones de combate Hurricane y Spitfire de la RAF. Aunque Rolls-Royce suspendió la producción de automóviles entre 1939 y 1945, para centrarse en la fabricación de motores para aviones, el trabajo de diseño de un nuevo modelo continuó en segundo plano. El resultado será el Silver Dawn lanzado en 1949. El modelo se vende bien, pero se basa en principios de diseño concebidos a finales de la década de 1930, una realidad que el equipo de diseño de Rolls-Royce no ignora. Así, ya se había comenzado a trabajar en un nuevo modelo que, sin renunciar a la elegancia del diseño conservador británico tradicional, se adecúe a los nuevos tiempos. Bajo la atenta mirada de Evernden, Blatchley, nombrado en 1951 para el recién creado puesto de Ingeniero jefe de Diseño, concibió ese mismo año un modelo a escala de un cuarto, con el nombre en clave «Siam». Siete prototipos después, nació el Silver Cloud, de mayor tamaño y a escala real. El moderno diseño tipo pontón de carrocería de Blatchley, que integraba ya las aletas, permitió un aumento significativo del tamaño del habitáculo. Esto, a su vez, facilitó un diseño de asientos y tapizados más imponente y lujoso. Medía 5,8 metros de largo en la versión de chasis normal y en la de chasis largo aparecida en 1957 (10,2 centímetros más de distancia entre ejes), alcanzaba los 5,38 metros. El motor de 6 cilindros en línea era un 4,9 litros y la potencia estimada (la firma no daba cifras concretas simplemente comunicaba «una potencia suficiente») estaba entre los 160 y 180 CV. Este bloque no llenaba el compartimento del motor, que se diseñó a propósito aún más grande para albergar un motor V8. Las mejoras respecto al Silver Dawn no acabaron ahí. Los ingenieros del equipo de diseño, supervisados por Evernden y Blatchley, también realizaron grandes avances en el diseño del chasis, cuya sección de caja soldada mejoró la rigidez torsional en un 46 %. Por primera vez, se incorporó de serie una caja de cambios automática, seguida de la dirección asistida en 1956, como opción. Otra de las opciones disponibles era el aire acondicionado. El éxito del Silver Cloud fue tal que Rolls-Royce produjo dos diseños posteriores con el mismo nombre. El Silver Cloud II, lanzado en 1959, incorpora el formidable motor V8 de 6,2 litros, lo que suponía disponer de unos 200 CV. También progresó el equipamiento, incorporando de serie elevalunas eléctricos, aire acondicionado y cambio automático. Pero son, sobre todo, las prestaciones las que progresan: el 0 a 160 km/h pasa de 50,6 segundos a 38,5 segundos. Como su antecesor, está disponible con chasis corto y largo. Y, además de carrocerías especiales, se verán versiones limusina de James Young y convertibles realizados por Muliner. Si bien esta versión se mantuvo prácticamente igual a la anterior en cuanto al exterior, no sería hasta el Silver Cloud III cuando llegase una renovación estética. Lanzado en 1962, el capó se inclinó hacia adelante para reducir la altura del radiador en unos 3,8 cm, los faros horizontales dobles sustituyeron a los faros individuales, mientras que las pequeñas luces laterales se desplazaron desde la parte superior de las aletas hasta el centro, incorporando unos intermitentes realmente efectivos. También se retocó ligeramente el techo. En 1965, el Silver Cloud, tras el éxito de sus tres versiones, es reemplazado por el Silver Shadow, el primer Rolls con carrocería monocasco. Así, el Silver Cloud será recordado para siempre como el último Rolls-Royce que se ofreció tanto como coche completo como con chasis rodante, sobre el cual los clientes más exigentes podían encargar carrocerías totalmente a medida a especialistas. En las revistas de la época se puede ver imágenes del Silver Cloud junto a miembros de la realeza, actores o cantantes: era todo un símbolo de triunfo y poder. Y protagonismo en la pantalla. Un Silver Cloud III Drophead Coupé de 1966, diseñado por Mulliner Park Ward tuvo un papel protagonista en el clásico cinematográfico británico de 1966, «Blow-Up», dirigido por Michelangelo Antonioni y protagonizado por David Hemmings, Vanessa Redgrave, Sarah Miles y la internacionalmente reconocida «supermodelo» Veruschka. Pero Dominique Lapierre, seguirá fiel a su Silver Cloud hasta el final de sus días recorriendo muchos miles de kilómetros a su volante por toda Europa. Y cuando no estaba rodando por alguna carretera, descansaba en el garaje de «El Gran Pino», la casa del periodista en Saint Tropez. Ese garaje que le cobijaba, junto a un Chrysler Royal descapotable de 1938, adquirido por 30 dólares en una chatarrería de Pensilvania, con el que Dominique había realizado su viaje de novios por los Estados Unidos, estaba justo enfrente del despacho de Lapierre: «solo tengo que levantar la vista para percibir al otro lado de la ventana estos dos símbolos de las alegrías de mi vida y sacar de esta imagen la inspiración de nuevos sueños».



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Author : (abc)

Publish date : 2025-04-19 06:09:00

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