La fundación de las hermandades del Espíritu Santo y de la Buena Muerte supuso una ruptura total con la estética tradicional de la Semana Santa de Zamora y creó una identidad musical propia de la mano de Miguel Manzano. El 12 de diciembre de 1974 monseñor Antonio Briva Miravent, obispo de la Diócesis de Astorga, rubricaba con su firma la constitución de dos nuevas hermandades de penitencia zamoranas que efectuarían su primera salida procesional en 1975. Han pasado 50 años desde que Zamora incorporase a dos de sus cofradías más jóvenes, como son la Hermandad Penitencial del Santísimo Cristo del Espíritu Santo , que sale en procesión en la noche del Viernes de Dolores, y la Hermandad Penitencial del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, que sale en la media noche del lunes al martes. Dos cofradías que supondrían un auténtico revulsivo estético en la Semana Santa y que a la vez completarían el conjunto de procesiones que salen a la calle en los días de Pasión en la vieja Zamora. (Nota: posteriormente, en 1988, sería aprobada la Hermandad Penitencial Jesús Luz y Vida, que efectuó su primera salida procesional al año siguiente y que cierra definitivamente los desfiles procesionales de la Semana Santa de Zamora, declarada BIC en su conjunto). La constitución de las dos nuevas hermandades se produce en un momento en el que la diócesis vivía una situación jurídica un tanto peculiar tras la dimisión del entonces obispo de Zamora, Eduardo Martínez González, siendo designado Briva Miravent, obispo de Astorga, administrador apostólico a la espera de que el Vaticano cubriese la sede vacante. La rúbrica de constitución de ambas cofradías se produce el mismo día por una cuestión meramente administrativa, ya que los jueves era el día que monseñor Briva dedicaba a firmar las cuestiones relativas a la diócesis de Zamora. En los primeros años de los 70 un grupo de jóvenes con Francisco Gustavo Cuesta de Reyna a la cabeza plantea la fundación de una hermandad vinculada a la iglesia del arrabal del Espíritu Santo para salir en procesión un viernes de Cuaresma, que finalmente sería el Viernes de Dolores, para rendir culto y sacar a la calle la imagen del cristo gótico de mediados del siglo XIV. El Obispado de Zamora emite un informe favorable que sirve para que Astorga conceda su aprobación final. En estos mismos años los promotores de la Hermandad de la Buena Muerte, también jóvenes, obtienen un sí directo del Obispado a su proyecto de salir en procesión en la noche del Lunes Santo, integrada con el resto de cofradías existentes. Ambas hermandades se inspiran en hábitos monacales con túnica de estameña blanca , sandalias franciscanas y cogulla y una cuidada estética evocadora de la época medieval, lo que rompe por completo los estereotipos de todas las hermandades antiguas y de las fundadas en el siglo XX, con caperuces. Sólo la cofradía de Jesús Nazareno Vulgo Congregación (1651) mantiene desde su fundación el tradicional hábito de los nazarenos castellanos y leoneses de caperuz romo. La luz con elementos como teas, antorchas o faroles de mano contribuye a crear un ambiente místico y de oración en ambas procesiones. El Espíritu Santo adquiere personalidad propia con un inmenso campanil y un incensario de hierro forjado diseñado y realizado por el artesano Miguel Fernández Calles, así como por el conjunto de las andas del Cristo, enmarcado en unos tenebrarios, diseño del artista Antonio Pedrero, así como con el sonido de las carracas. En el caso de la Buena Muerte, el cortejo luminoso de las teas y la forma de portar al precioso Crucificado de Juan Ruiz de Zumeta, en plano inclinado, acerca como nunca la imagen a quien la contempla. El silencio, la contención y la sobriedad marcan ambas procesiones. A esta estética monacal innovadora se suma, unos años después, algo que supondría una auténtica revolución en el ámbito de las cofradías, como es la incorporación de un coro propio. Aunque existía el precedente del cántico del Miserere del padre Alcácer en la noche del Jueves Santo, la fundación de estas hermandades y la figura del músico Miguel Manzano es esencial en esta revolución musical con la composición de distintas salmodias para ser interpretadas en la calle, siguiendo cánones clásicos y alternando polifonía con gregoriano. El compositor escribe el ‘Crux Fidelis’ y el ‘Christus Factus est’ para la hermandad del Espíritu Santo y el ‘Oh Jerusalén’ y ‘Vexilla regis’ para la de la Buena Muerte. Estas melodías entroncan de tal forma con el pueblo que hoy, medio siglo después, no podría concebirse la Semana Santa de Zamora sin ellas, siendo santo y seña, signo de identidad propio. Plenamente consolidadas, ambas hermandades han servido como inspiración para otras en la Comunidad, a la vez que cambiaron para siempre la Semana Santa tal y como la conocían nuestros mayores. Feliz aniversario.
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Author : (abc)
Publish date : 2025-04-14 18:41:00
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La revolución de dos hermandades que cumplen medio siglo
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