«Calladita no estoy más guapa», sentencia una Carlota Corredera envuelta en una nueva polémica por sus opiniones: «Cada vez que hablo sube el pan, pero forma parte de mi ADN provocar. Tengo claro que mi vida no la van a organizar unos bots de las redes sociales. Me importa la opinión de los míos. Aunque yo presento para todos, también hay gente a la que no quiero gustar. La campaña de odio contra mí no es casual, está bien organizada. Y justo antes del estreno del programa, pero los tengo a todos caladísimos ». Tras dos años de ‘travesía en el desierto’ («he tenido la suerte de contar con un colchoncito para seguir adelante»), regresa como presentadora con ‘Tentáculos’, en Ten: «Me gustaría mantener la comunidad de ‘Ni que fuéramos Shhh’, tan potente y exigente. Y como he dirigido al ‘star system’ de la tele española, me hace ilusión contar mis batallitas ahora que hablamos libremente de otras cadenas». Los espectadores encontrarán chismes y actualidad. Y mucha imaginación: «Vengo con ganas, aunque soy consciente de los recursos que tenemos. No venimos a competir contra nadie, nosotros jugamos en una liga modesta». Recién divorciada, madre de una niña de la que se siente «tremendamente orgullosa de lo buena persona que es», Carlota se enfrenta a lo que conocemos como ‘la crisis de los cincuenta’ como una oportunidad: «Siento que empieza la segunda parte del partido y lo vivo con mucha ilusión, es otra adolescencia con sus cambios hormonales. Eso sí, cuando llegue el momento, me negaré a que me cosifiquen como una menopáusica . Ahora que reivindicamos que no se invisibilice a las mujeres de cierta edad, me parece maravillosa esta apuesta conmigo como presentadora». Si hay algo que la define es «la generosidad, porque es una bendición. Tiene mucho que ver con la empatía, aunque a veces hay que poner distancia, escuchar y no entregarse con todos, porque corres el riesgo de que te lleven por delante». Y sigue corrigiendo un defecto que su padre le pidió que superara: « Soy muy impuntual. Pero tiene que ver con el hecho de ser serena y tranquila . Esa pachorra me lleva a confiarme y cometer errores, como llegar tarde». Con las cosas muy claras, no es nada caprichosa: «Me gusta más hacer regalos que recibirlos. No soy nada materialista, no tengo joyas, ni zapatos o bolsos de lujo. Pero soy disfrutona, me encanta comer, viajar». A Carlota le gusta compartir esos placeres con su hija: «Me la llevo a todas partes, quiero que conozca el mundo. Ese va a ser mi legado». La maternidad era uno de sus sueños, pero nunca imaginó el impacto que tendría en su vida: «Hay una ruptura real entre quien eras antes y quien eres al ser madre. Yo salía mucho, era muy mariliendre, pero ahora tengo mucho autocontrol, no suelto el freno de mano. Soy consciente de mis responsabilidades. Gracias a mi hija soy mejor persona, aprendo de ella y, aunque doy mucho, recibo mucho más ». La paz la encuentra cuando vuelve a Vigo: «Es mi cordón umbilical, mi sitio en el mundo. Allí me he enfrentado a mis fantasmas, a la pérdida de mi padre, de mi hermano. Pero Galicia es mi madre, por lejos que vaya estoy unida a ella». Y reconoce que no soporta «a los maleducados, los violentos, los sectarios. Sueño con país en el que convivamos personas que pensamos de manera distinta, pero respetándonos». «No hay foto de pequeña en la que no salga sonriendo. Era una niña alegre y risueña», recuerda Carlota, a quien llamaban de manera cariñosa por su diminutivo: «Aunque en realidad me llamo Elisa Carlota, en casa Elisa siempre ha sido mi madre y yo, Carla. Carloteira para mi abuela». Como ejercía de hermana mayor, «fui muy responsable y madura. Me encantaba comer, la tele y leer. Era muy estudiosa, pero también muy mandona. Era muy habladora, muy sociable, ejercía de líder ». Uno se la imagina como delegada de clase entrando en el despacho del director del colegio con los deberes hechos para defender los derechos de sus compañeros. Tiene muy presente a su padre, al que perdió hace 30 años («es mi guía moral, mi referente»), y agradece a su madre por sus consejos: «Ella dejó el trabajo para cuidar de su familia. Estaba orgullosa de esa decisión, pero a mí me enseñó a ser libre, independiente, me inculcó que debía estudiar y tener hijos un poco más tarde». De ella recuerda su pasión por la playa: «En cuanto salía el sol, nos llevaba a toda la familia. Plantábamos la sombrilla y nos quedábamos el día». Como pasaba los veranos en Galicia, «soñaba con viajar lo más lejos posible». A los doce años, una vez asumida la decepción de su padre, que deseaba verla convertida en médico, sintió la llamada del periodismo: « Me siento afortunada por tener la vocación tan clara ». A Carlota le basta el aroma de un croassant recién hecho («el de la mantequilla derretida que me llegaba del bar de camino a la guardería») o el de farmacia antigua («cuando abrazaba a mi padre me inundaba ese olor a botica») para viajar en el tiempo y volver al paraíso de esa infancia perdida.
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Author : (abc)
Publish date : 2025-03-31 02:58:00
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