A simple vista te pueden parecer lo mismo, pero la fresa y el fresón, aunque comparten el mismo color, forma y ese aroma tan característico, tienen grandes diferencias entre ellas, tanto en su origen como en su sabor, textura e incluso en la composición nutricional. Aunque solemos llamar fresa a todas ellas, lo más habitual es que estemos comprando fresón. La fresa verdadera (Fragaria vesca) es una variedad silvestre, más pequeñita, con un sabor más concentrado y un aroma intenso. Suele ser más difícil de encontrar, ya que tiene una temporada muy breve y crece en entornos naturales. Mientras que el fresón (Fragaria ananassa), es una especie híbrida, entre distintas especies americanas. Su tamaño es más grande, más dulce y más resistente, por lo que puede aguantar bien al transporte y conservación. Las diferencias principales son: Su tamaño y forma : siendo la fresa más pequeña y redondeada. El fresón es más grande y alargado. El sabor : mientras que la fresa silvestre es más ácida y tiene un intenso aroma, el fresón es más dulce, suave y con más contenido en agua. Su color : la fresa suele tener un rojo más intenso y mate, mientras que el fresón es más brillante. La temporada : las fresas crecen durante pocas semanas al año, entre marzo y mayo y la fresón puede encontrarse desde diciembre hasta junio, siendo su mejor momento la primavera, gracias al cultivo en invernadero. Tanto la fresa como el fresón son frutas con un perfil nutricional extraordinario, por una parte por su bajo contenido calórico y por otra por su riqueza en sustancias antioxidantes. En 100 gramos apenas aportan 32 calorías, y sin embargo están repletas de compuestos bioactivos que favorecen a nuestra salud. Son ricas en vitamina C, una ración de 150 gramos de fresas cubre con creces las necesidades diarias de vitamina C . Que nos ayuda a aumentar nuestro sistema inmunológico, tiene un papel clave importante en la síntesis de colágeno, por lo que protege nuestra piel y musculatura y además es un importante antioxidante que nos protege frente al envejecimiento celular. Y hablando de antioxidante, no solo cuenta con el aporte de vitamina C, sino que además contiene antocianinas, ácido elágico y flavonoides, compuestos que se han estudiado por su papel protector frente al envejecimiento celular, enfermedades cardiovasculares e incluso algunos tipos de cáncer. Además la evidencia científica ha relacionado el consumo habitual de frutos rojos con una reducción del riesgo de enfermedad cardiovascular. Gracias a sus antioxidantes, las fresas nos ayudan a mejorar la función endotelial, disminuir la inflamación y regular la presión arterial. Un estudio publicado en The American Journal of Clinical Nutrition concluyó que el consumo diario de 500 g de fresas durante un mes mejoraba el perfil lipídico en personas adultas con que tienen síndrome metabólico, realmente interesante. También nos aportan gran cantidad de fibra dietética , que no solo mejora el tránsito intestinal, sino que también ayuda a regular los niveles de azúcar y colesterol en sangre. Y lo mejor es que esa fibra viene acompañada de un sabor dulce, sin necesidad de azúcares añadidos. – Busca frutas firmes, de color rojo uniforme y con el pedúnculo verde. – Evitar las que presenten zonas blandas o manchas oscuras. – Guárdalas en la parte menos fría de la nevera y consumirlas en 2 o 3 días. – No las laves hasta justo antes de comerlas, ya que la humedad acelera su deterioro. 1. Ensalada de espinacas, fresones y nueces Ideal como cena ligera o entrante original. Combina espinacas baby, fresones laminados, queso de cabra y nueces. Aliña con aceite de oliva virgen extra y un chorrito de vinagre y si quieres ya un toque brutal, ponle tomillo fresco. 2. Yogur natural con fresas y avena Un desayuno o merienda equilibrado y saciante. Añade a tu yogur natural, mejor sin azúcar, unos 50 gramos de fresas troceadas, 2 cucharadas de avena cocida y un puñado de semillas. 3. Agua aromatizada con fresa y menta Si, una receta de agua para aquellas personas que les aburre tomar agua natural. Solo hay que trocear unas fresas y añadir unas hojas de menta, dejar reposar un rato y se hace la magia. También puedes triturar todo que queda genial. 4. Compota rápida de fresa sin azúcar En un cazo, cocina 300 g de fresas troceadas con una cucharada de zumo de limón y una cucharadita de semillas de chía.. Cuece a fuego suave 15 minutos hasta que espese. Ideal para acompañar yogures, tostadas o postres caseros. Las fresas y fresones son dos versiones de una fruta que ofrece mucho más que sabor. Son ligeras, nutritivas, versátiles y con múltiples beneficios para la salud, especialmente si las consumimos frescas y en su mejor momento. Aprovecha, que ahora es su temporada.
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Author : (abc)
Publish date : 2025-03-27 11:13:00
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