Cuando llega diciembre, Málaga se ilumina con una magia muy especial. Las luces del centro, el olor a castañas asadas y el calor del reencuentro familiar nos envuelven en un espíritu festivo atávico a las celebraciones navideñas. Una época en la gastronomía se convierte en el alma de las reuniones familiares y de amigos, y todo gira alrededor de una buena mesa. Por eso, en Gurmé Málaga hemos querido imaginar cómo sería nuestra cena de Navidad ideal si fueseis nuestros invitados, recorriendo tres platos emblemáticos de nuestra tierra. Nuestra propuesta comienza con un primer plato que encapsula la esencia del mar: la sopa de rape del restaurante Las Palmeras, en Pedregalejo. Continuamos con un plato principal que rinde homenaje a la tradición pastoril de la provincia: el chivo asado de La Sociedad , en Canillas de Aceituno. Y para cerrar con broche de oro, unas gachas dulces de la Venta de Alfarnate , un postre con historia y arraigo. Acompáñanos en este recorrido culinario que pone de manifiesto la autenticidad y la tradición de la gastronomía malagueña. En el corazón de Pedregalejo, el restaurante Las Palmeras guarda décadas de historia familiar y culinaria. Fundado en 1980 por María y Bernardo , este local es un referente de la cocina marenga, un legado que recoge Enrique Murillo, el nieto de los fundadores. Junto a su padre, Enrique ha mantenido vivo el espíritu de este restaurante donde se respira la esencia marinera de Málaga. Un restaurante familiar donde todos suman, con Rocío Murillo, tía de Enrique, al timón de los fogones, y Enrique al pie del cañón en la gestión diaria de este rincón marinero. De su carta hemos elegido la sopa de rape, un plato que condensa la tradición y el conocimiento acumulado de generaciones. Para elaborarla, el equipo de Las Palmeras comienza con un sofrito de tomate, cebolla y pimientos rojos y verdes, que se pochan lentamente en aceite de oliva con una hoja de laurel, potenciando los sabores con un toque de pimentón dulce. Este sofrito se tritura con pan frito empapado en fumet de pescado, logrando una textura intermedia entre líquida y cremosa. Aparte se cuece el rape, y con el caldo, mezclado con esta pasta del sofrito y unos sutiles trozos del pescado rape, da como resultado un plato reconfortante que invita a saborear el alma de la cocina marenga: humilde, pero llena de carácter. Canillas de Aceituno, enclavado en el Parque Natural de Sierra Tejeda, es hogar de La Sociedad, un restaurante con una historia que se remonta a 1949. Antiguamente un casino social, el lugar fue transformado en un punto de encuentro culinario donde el chivo lechal al horno se convirtió en su seña de identidad. Ahora, con Manuel Aguilera y Rocío Rando al frente, es un punto de encuentro para disfrutar de uno de los productos más emblemáticos de la gastronomía malagueña. El chivo malagueño, una raza caprina reconocida por su calidad, es el protagonista indiscutible de esta receta. Los cabritos, criados exclusivamente con leche materna, alcanzan su punto óptimo con apenas 25 días de vida, lo que les otorga una carne rosácea, tierna y de bajo contenido graso. En La Sociedad, esta pieza de la tradición local se cocina lentamente en un horno de leña de olivo, aderezada con ajo, perejil y aceite de oliva virgen extra. En el extremo norte de la provincia, la Venta de Alfarnate se alza como un símbolo de historia y hospitalidad. Con más de ocho siglos de existencia, esta venta ha sido testigo del paso de bandoleros, arrieros y hasta reyes. Hoy, además de albergar el Museo del Bandolerismo Andaluz, es un templo de la cocina serrana. Un restaurante familiar donde la tradición sigue viva gracias a Cristina Zulueta Paniagua , quien está al frente de la cocina, junto a sus hijos, Diego y Alejandro Palomo Zulueta. Entre los tres, mantienen la esencia de este rincón que combina gastronomía y leyenda. El broche de oro a nuestra cena de Navidad soñada lo pone su postre más tradicional: las gachas dulces. Esta receta, basada en una bechamel de harina y leche, toma vida con el toque aromático de la matalahúva de anís, tostada en aceite. La textura cremosa de las gachas se acompaña con picatostes de pan cateto y un hilo de miel de caña de Frigiliana. Servidas frías, las gachas dulces son una auténtica delicia que nos transporta a tiempos pasados, donde este plato era un alimento cotidiano y reconfortante. Con esta selección de platos, nuestra cena de Navidad recorre el litoral, la sierra y los sabores más arraigados de Málaga, homenajeando la riqueza culinaria de la provincia e invitando a descubrir sus rincones a través de cada bocado. Porque en estas fechas, no hay mayor celebración que compartir mesa y tradiciones con quienes más queremos.
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Author : (abc)
Publish date : 2024-12-19 09:05:00
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