En La Seca (Valladolid), el legado de cepas de verdejo que recibió, hace unas décadas, como herencia familiar, el viticultor Javier Sanz guardaba una joya. Una cepa, solitaria y onírica como la ínsula de Barataria de ‘El Quijote’, de la que brotaban grumos prietos de una uva tinta. La rareza despertó la curiosidad del bodeguero y con ella arrancó un estudio genético en la Universidad de Valladolid con el que se certificó la ancestralidad de esta fruta que han llamado ‘cenicienta’ . Se calcula que está ahí al menos desde 1863, fecha en la que está demostrado documentalmente que el bisabuelo de Sanz –este representa hoy a la cuarta generación– registró sus viñas. Un terreno prefiloxérico que se erige actualmente como un bastión de biodiversidad vitícola con otras variedades casi extintas como la malcorta. Esta última, blanca y clon de la verdejo –y por tanto dentro de la D. O.–, fue olvidada en la zona por su baja productividad y su compleja recolección –sus tallos, leñosos, impedían cortes limpios y sencillos de sus racimos–. La aventura empezó hace más de dos décadas que han concluido con la inclusión, este mismo año, de la ‘cenicienta’ –bautizada así por el propio Sanz– en el catálogo de uvas aceptadas por el Consejo Regulador de Vinos de la Denominación de Origen Rueda. Lo ha hecho añadiéndola como variedad principal junto al tempranillo en la elaboración de tintos. Es decir, que se pueden utilizar de forma exclusiva en la vinificación de monovarietales . Un hecho histórico, ya que de esta nueva no existían registros genéticos previos. Hasta ahora era una completamente desconocida. En este hallazgo que marca una nueva senda para la D.O. han participado el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León y reconocidos profesionales del mundo del vino y los master of wine Sarah Jane Evans, Pedro Ballesteros Almudena Alberca y el sumiller y divulgador catalán Ramón Francas. El hallazgo de la ‘cenicienta’ se produjo en mitad del Pago de Saltamontes que trabaja la familia Sanz desde hace más de siglo y medio. Leticia Sanz, hija del bodeguero que la ha vinificado por primera vez y quinta generación, recuerda como se le puso nombre. «Al no encontrarse en ningún registro oficial nos dijeron que teníamos que ponérselo nosotros. Después de darle muchas vueltas y viendo el envés de las hojas de la vid, con un color grisáceo, pensamos en ‘cenicienta’ », describe. «Cuando ves muchas plantas de estas cepas se aprecian mucho más esos tonos apagados», añade. Desde que «tiene uso de razón» recuerda cómo esa primigenia cepa –solitaria en 2,27 hectáreas antes de que empezara a ser injertada y reproducida– era «tema recurrente de conversación» en su familia. «Los racimos y las uvas que producía eran distintos a cualquier otro que Javier hubiera visto antes», recuerdan. El tesón del bodeguero y el apoyo institucional ha dado como fruto la salida al mercado de su segunda añada , de 2022 –la de 2021 fue la primera–, bajo el nombre de ‘Colorado’. «Tras años de trabajo en el campo y como ‘La Cenicienta’ del cuento, pasó de ser una desconocida a ocupar el lugar que merece», aseguran desde la bodega de La Seca. «Me atrevo a decir que no hay ninguna bodega en España que tenga tanta diversidad como nosotros. Contamos con ocho variedades minoritarias –como la citada malcorta o la bruñal, reconocida también este mismo año por la D. O. como tinta secundaria – y algunas de ellas no las tiene nadie, como la cenicienta», apunta Javier Sanz. Tras esa última actualización de los pliegos del Consejo Regulador –publicado en el Boletín Oficial de Castilla y León el pasado 23 de agosto–, el viticultor vallisoletano asegura «que todo el mundo está pendiente» de su vino. «Es un espectáculo. Es una gran variedad y sabemos que va a funcionar muy bien. Y, resulta, que no la tenemos nada más que nosotros. Con el apoyo de la D.O. se va a valorar mucho más», opina. Los expertos consideran que el escenario de Rueda va a cambiar significativamente en los próximos años con estos cambios. Especialmente, en cuanto a sus vinos blancos, en el que el cambio de algunas variedades ya incluidas en su catálogo de secundarias a principales será determinante. Un fin de ciclo en el que la viura, la viognier y la chardonnay se podrán utilizar para hacer vinos blancos –como parte de ese mínimo del 75% que deben estar compuestos– junto a la verdejo y la sauvignon blanc. Pero también se podrán elaborar monovarietales con ellas. Una medida que, tal y como han explicado desde el organismo regulador, responde a «un mercado global cada vez más competitivo». Especialmente en los blancos. Además de esas tres citadas como nuevas principales, se incorporaron seis uvas blancas nuevas en la categoría de secundarias en ese pliego: la garnacha blanca, la gewürztraminer, la moscatel de Alejandría, la moscatel de grano menudo, la riesling y la godello. No obstante, una reciente resolución de la Viceconsejería de PAC y Desarrollo Rural suspende parcialmente la inclusión de esta última, –plantada en Rueda desde 1996–, duramente criticada por la D. O. Bierzo –y de buena parte de Valdeorras, Monterrei y Ribeira Sacra en Galicia– por lo que consideran una agresión contra sus intereses .
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Author : (abc)
Publish date : 2024-12-11 00:08:00
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