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Jóvenes convidados a la mesa de los mayores

Jóvenes convidados a la mesa de los mayores



Temporada 23-24 de la OBS. Concierto VI. Programa: ‘Dos jóvenes a la mesa’. Obras de Muffat, Corelli y Geminiani. Intérpretes: Orquesta Barroca de Sevilla. Dirección y violín solista: Martyna Pastuszka Lugar: Teatro Turina Fecha: 11/04/2024 4 La OBS no cesa de hacer sobresalir a los jóvenes músicos sevillanos más destacados y sentarlos a su mesa, a la orquesta de los ‘mayores’, la que consigue un lleno tras otro cada vez que toca en el Turina. En esta ocasión eran cinco chavales los que participaron codo con codo con la orquesta matriz en este concierto de campanillas. Llevamos muchos conciertos cuyos programas ponen una y otra vez en su sitio a Corelli y su tan hermosa como corta obra (en cuanto a publicaciones). Muffat era un austriaco que se sentía alemán, pero de padres escoceses. A los 10 años ya estudiaba en París con Lully y luego se movió por toda Europa hasta encontrar a Corelli a través del que era su maestro, Pasquini . Los ‘ concerti grossi ‘ de Corelli le llevaron a componer sus cinco sonatas de camára, tituladas ‘ Armonico tributo ‘, y pensadas para cinco partes, una de las cuales era un violín tenor, representado habitualmente por una segunda viola. El mismo Muffat las consideraba de forma abierta, así que podía aumentar el número de miembros, siempre que dividiera esa orquesta en un grupo pequeño de solistas y otro mayor, con lo que prácticamente estamos hablando de un ‘concerto grosso’. La forma ideada por el músico austriaco es la suite, herencia de su aprendizaje juvenil, así como las danzas que le añade a las básicas habituales. Pero este concierto se abría con el primer ‘ fasciculus ‘ ( suite ) del libro anterior -el ‘ Florilegium primum ‘- titulado ‘ Eusebia ‘. Cada ‘fasciculus’ tiene un título en latín, que puede interpretarse como pensado para el entretenimiento, la mesa o, viniendo del siempre complejo mundo jesuítico, no sería de extrañar que se refiriera a la segunda esposa del emperador Constancio II -a quien le dedica otro título, ‘ Constantia ‘- como seguidores ambos del arrianismo, y que corresponden al primer y último ‘fasciculus’ de la colección, y además lo enfrenta a otro llamado ‘ Impatientia ‘. Para ello, y como Muffat pensó en una forma ‘abierta’ , la directora optó por 4 violines I y otros tantos II, a la vez que 4 violas , situadas en el lado derecho del escenario. Esto tiene sentido cuando estas desempeñan un papel protagonista, generalmente para dialogar o enfrentarse a los ‘primeros’; sin embargo, este caso apenas se dio, y sólo se nos ocurre que quisiera destacar la importancia que dio Muffat a estos instrumentos, pero se quedó en una relevancia visual. Lo que sí sobresalió desde el primer momento fue la importancia muy detallada del sistema de golpes de arco para lograr complejos ritmos de manera pareja y metódica. Estas precisas indicaciones se encuentran en los prefacios de sus colecciones suites Florilegium Primum y Florilegium Secundum , lo que nos proporciona una información valiosísima sobre la manera de tocar de la época, en especial todo lo que concierne a la música francesa y sus correspondientes influencias, como es el caso. Nada más empezar, Pastuszka quiso dejar constancia de la aplicación de los requerimientos de arco, tal vez de manera algo vehemente, aunque preferimos esto que ignorarlos. Las escasas y antiguas grabaciones de estos repertorios dan fe de que tal descubrimiento ha servido para poco: ¿tendrá la intención de recuperaresta batalla? Sin embargo frente a este gran acierto apareció a la vez una carencia : la de perder la idea de conjunto , la de focalizar el interés de la música en cada momento y en cada sección, mientras que parecía desoír una cierta turbidez en la presentación de las distintas texturas. Y eso no sólo pudimos sentirlo en los dos Muffat de la primera parte, sino también en el Corelli del ‘ Concerto grosso Op. 6 nº4’ en Re mayor , que la OBS frecuenta. Incluso la famosa ‘passacaglia’ de la ‘Sonata nº 5’ en Sol mayor de Muffat sufría esta falta de direccionalidad, de colorido y de claridad de texturas. Pero de nuevo tras el descanso consiguió distanciarse de esa trayectoria errática que seguía. La segunda mitad se abría con el ‘ Concerto grosso Op. 6 nº10’ en Do mayor , otro talismán para la orquesta, y esta vez parecía que la niebla sonora se había disipado, y los ajustes sincronizaban las secciones. Desde luego no pararon de afinar casi al comienzo de cada pieza, pero no fue hasta ahora cuando todo quedaba perfectamente definido. También contamos con la intervención de Alejandro Casal en los dos Adagios, con ese dominio de los tiempos que en sus manos parecen elásticos, y que en el Corelli nos brindó la oportunidad de oírlo ‘a solo’, aunque fuese por poco tiempo. Mercedes Ruiz también se sumaba a un listado de intervenciones rutilantes hasta el final. Al margen, sólo digamos que nos pareció que se invirtió la agógica de los dos últimos tiempos, donde el ‘Vivace’ se hizo ‘Allegro’ y viceversa; eso sí el penúltimo tiempo -lo llamemos ‘Vivace’ o ‘Allegro’- resultó tan ‘cañero’ como compacto y preciso. Y a Muffat no lo vimos aparecer hasta la ´Sonata nº 4′ en Mi menor (del ‘Armonico Tributo’), desde su sentido ‘Grave’ inicial hasta un ‘Balleto’ lleno de fuerza y empuje, siguiendo así hasta el final , unidos por perlas organísticas (escalas de preciosos colores). Terminaba el programa con Geminiani , de quien ya hemos hablado en otras ocasiones, y en el que se aunaba la admiración por Corelli -de quien se decía alumno- como de Scarlatti, tanto como de los ‘concerti grossi’. En cualquier caso, aprovechó la fama inmensa de Corelli en Inglaterra y de su forma musical favorita, para convertir las Sonatas Op.V en ‘grossi’, y de paso hacer el bien de manera que permitiera a muchos aficionados tocarlos, ya que la dificultad como sonatas estrictas se lo impedía. Y así partieron de ‘La Follia’, con nuevo triunfo absoluto porque, o bien las versiones de Geminiani permiten que la música fluya en las direcciones adecuadas de manera natural, o ya la directora polaca había conseguido el sentido adecuado de la música entre la gran variedad de recursos que la pieza permite. Ni que decir tiene que tanto Pastuszka, enorme violinista, como Mercedes Ruiz, se convirtieron en reinas de la ‘locura’. Dos propinas , para no regatear, ambas del ‘Concierto para dos violines y chelo’ de Vivaldi : el ‘Largo e spicatto’ y el ‘Allegro’ final. Nunca se le ocurriera. Se le dan muy bien a la violinista los momentos líricos, pero tenemos grabado a fuego todavía una de las mejores actuaciones de la OBS que recordamos y desde luego la mejor con Onofri; para colmo, tres micro-muescas que le hizo a la melodía sólo se pudieron olvidar en el tiempo final , donde otra vez su virtuosismo se midió con el de Ruiz, ofreciendo -ahora sí- un broche verdaderamente espectacular .



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Author : (abc)

Publish date : 2024-04-12 01:56:21

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