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La pequeña ciudad del norte de Europa que llama la atención del turismo cultural

La pequeña ciudad del norte de Europa que llama la atención del turismo cultural



Entre la abrumadora naturaleza que se extiende por el sur de Estonia, Tartu despunta como epicentro cultural báltico desde tiempos inmemoriales, gracias, en parte, a su prestigiosa universidad . Fundada en el año 1632 por Gustavo II Adolfo de Suecia cuando el territorio pertenecía a Suecia, es una de las más antiguas del norte de Europa y figura entre las mejores del mundo debido a su educación basada en la investigación. La segunda ciudad de mayor tamaño del país realza esta erudición imparable tras su reconocimiento como Capital Europea de la Cultura 2024 . Bajo el lema ‘El arte de la supervivencia’, la localidad pondrá en valor el poder de las artes para construir un mejor futuro a través de más de 300 eventos llevados a cabo tanto en Tartu como en el resto de la región sur, resaltando así su rico patrimonio histórico y cultural. Ubicada a unos 190 kilómetros al sureste de Tallin, Tartu ofrece una escena muy distinta a la de la capital, liderada por un cosmopolita ambiente universitario, que compone el 20% de la población, y con el desahogo de numerosas zonas verdes. Este vergel estudiantil e intelectual es pura expresión artística en todas sus vertientes. Para muestras, el arte callejero que se despliega en la bohemia Soup Town o el patrimonio industrial reconvertido en espacios creativos, como el que reúne pasado y presente en la Fábrica Widget, con cafeterías y exposiciones donde diseñadores y artistas presentan sus inspiradores talentos. Pequeña y fácilmente abarcable a pie, la palpitante ciudad verde está dividida por el sinuoso río Emajõgi . A unos kilómetros de su orilla oriental, el enorme Museo Nacional de Estonia es un estupendo punto de partida con el que empezar a adentrarse en el legado del país y conectar con su historia y la de los pueblos urgrofineses y otras minorías por medio de tecnológicas exhibiciones con las que entretenerse un día entero. Abierto en 2016, está edificado sobre una de las bases más importantes del ejército soviético durante la Segunda Guerra Mundial. Su atrevido diseño sostenible, con forma de rascacielos de cristal horizontal que parece elevarse sobre la pista de despegue, le ha valido varios premios de arquitectura. Al otro margen del ‘Río Madre’, como se traduce su nombre del estonio, se alza el níveo edificio principal de la Universidad, con llamativas columnas dóricas. En las calles de piedra adyacentes, coloridas casas de madera guían hacia el cercano Museo de Arte de la Universidad , en el que destaca una celda de castigos en la planta superior. Tampoco podemos perdernos el Patio de Antonio, donde se concentran varios talleres de artesanos. En el antiquísimo Barrio de San Juan también encontramos la iglesia Jaani Kirik , de estilo gótico. Destrozada durante la Segunda Guerra Mundial y reconstruida en 2005, es popular por sus más de 1.000 excepcionales figuras de terracota colocadas en la fachada y entre los huecos interiores. Museo Nacional de Estonia RAGNAR VUUT A unos pasos, la colina Toomemägi marca el origen de la ciudad. Se trata de un espléndido parque de estilo inglés con fabulosas vistas que reúne la vida estudiantil, especialmente durante los fines de semana. En él se reparten más museos y edificios universitarios, el Jardín Botánico o el antiguo observatorio astronómico, que alberga instrumentos históricos aún en funcionamiento. Entre todos los interesantes edificios destacan las ruinas de la catedral gótica, levantada en ladrillo durante el siglo XIII por los caballeros de la orden de los Livonios . Con el paso de los años sufrió todos los devenires de la historia, pero una parte ha sido reformada y actualmente acoge la Biblioteca de la Universidad, transformada en el Museo de la Historia Universitaria, con curiosos objetos como una mano momificada utilizada en las clases de anatomía o una colección de chuletas de los estudiantes. El imperante estilo neoclásico del bello y desahogado c entro histórico de Tartu es consecuencia de su reconstrucción después de que un incendio lo devastara en 1775. Esta armonía de edificios en tonos pastel que albergan restaurantes, galerías de arte, cafeterías y tiendecitas, se hace especialmente notable en el elegante Ayuntamiento, pintado en color rosa. Frente a él, la Casa Inclinada, que forma parte del Museo de Arte de Tartu , rompe con la perfección. Nos encontramos ante la construcción más torcida de Europa, superando incluso a la popular Torre de Pisa. En la Plaza del Ayuntamiento, la vida intelectual y bohemia de la ciudad más antigua de los países bálticos queda reflejada con la estatua de dos estudiantes que se besan bajo un paraguas mientras, seguramente, susurran secretos. Al símbolo indiscutible de Tartu se suman otras muchas esculturas que descubren nuevos enigmas donde la cultura es infinita.



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Author : (abc)

Publish date : 2024-01-31 19:52:10

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